El origen de la dinastía Tudor: Margaret Beaufort y un cúmulo de imprevistas circunstancias (I)

Entrada extraída del libro «Los Plantagenet».

La historia está repleta de momentos en los que un suceso imprevisto o casual originó un cambio en el curso de los acontecimientos que implicó que se alterase de manera radical el devenir histórico de un país o incluso del orden mundial. Si hubo un caso en el que se conjuntaron un cúmulo de circunstancias imprevistas, para cambiar el curso de la historia de un reino, ese es sin duda el del nacimiento de la dinastía Tudor.

Desde una reina viuda que, alterando su papel tradicional, se enamoró de un noble galés, hasta una rama familiar de origen bastardo que alcanzó un trono del que había sido apartada por decreto, pasando por una guerra dinástica en la que la corona cambió de dueño en diversas ocasiones y que descabezó a las diversas ramas de la familia real, un matrimonio que demostró su utilidad trece años después de celebrarse o una batalla decisiva en la que todo un contingente cambió de bando y condenó a muerte al último rey inglés caído en el campo de batalla.

Y, por encima de todo, una niña de origen noble y rica heredera que fue pasando de marido en marido como un trofeo de caza y que, ya mujer, luchó denodadamente por los derechos de su hijo. Un vástago que tuvo con apenas trece años, cuyo padre había muerto antes de que él naciera y que pasó su juventud en el exilio. Esta es la historia de Margaret Beaufort y del nacimiento de la dinastía Tudor.

1.- Catalina de Valois, la princesa francesa que cambió la historia de Inglaterra

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Catalina de Valois

Catalina, nacida en 1401, era hija del rey Carlos VI de Francia, conocido como el Bienamado, pero también como el Loco debido a sus trastornos de personalidad. En la batalla de Agincourt (1415) el rey inglés Enrique V derrotó contra todo pronóstico al ejército francés. A partir de ese momento, toda Francia quedó a su merced y Carlos VI se vio obligado mediante el Tratado de Troyes de 1420 a reconocer a Enrique V como heredero y a darle en matrimonio a su hija, Catalina de Valois. De esa forma se unificarían en una sola corona los reinos de Francia e Inglaterra.

Pero Enrique V falleció en 1422, no sin antes haber tenido tiempo de que su matrimonio con Catalina le diera un heredero, el futuro Enrique VI. La reina viuda parecía destinada a diluirse en la historia en su papel de reina madre. Y así hubiese sido si en su camino no se hubiese interpuesto un amor que cambiaría la historia de Inglaterra. El nombre de su enamorado basta para explicar el porqué: Owain Tudur o, como lo rebautizaron los escribanos ingleses, Owen Tudor.

Owen era un noble de segunda fila de origen galés que había conseguido trabajo en la casa del rey Enrique VI. Allí, él y Catalina de Valois, se enamoraron y de su unión nacieron (dependiendo de las fuentes) cuatro o cinco hijos. Parece que se casaron en secreto.

Cuando Catalina murió en 143, Owen fue encarcelado por los regentes del reino (el rey sólo tenía todavía 13 años). Pero cuando Enrique VI alcanzó la mayoría de edad, liberó a Owen y a los hijos que éste había tenido con su madre, sus hermanastros Edmund y Jasper Tudor. En 1452 les nombró condes de Richmond y Pembroke, respectivamente.

2.- Los Beaufort, la rama de origen bastardo que fue apartada del trono por decreto real

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Para conocer el origen de la familia Beaufort tenemos que partir de la figura del príncipe inglés Juan de Gante, hijo del rey Eduardo III y duque de Lancaster (de ahí el nombre de la casa a la que pertenecían sus descendientes). De su matrimonio celebrado en 1359 con Blanca de Lancaster nació Enrique IV, que se proclamó rey de Inglaterra en 1399, destronando a su primo Ricardo II. Juan de Gante se casó en segundas nupcias en 1371 con Constanza de Castilla. De este matrimonio nació Catalina de Lancaster, primera princesa de Asturias, reina de Castilla y abuela de Isabel la Católica.

Juan de Gante tenía una amante llamada Katherine Swynford. De dicha unión habían nacido durante la década de 1370 cuatro hijos que adoptaron el apellido Beaufort (era el nombre de una de las posesiones continentales de su padre). El hecho de que los cuatro hubieran nacido de una relación extramatrimonial de un hombre casado hacía que estos descendientes ilegítimos no tuvieran derecho a heredar los títulos y propiedades familiares de su padre.

Cuando en 1394 falleció su esposa Constanza de Castilla, Juan decidió volver a casarse. Aunque podía haber optado por cualquier joven casadera de la realeza europea, decidió honrar a la que había sido durante tantos años su fiel compañera y amante, Katherine Swynford. La pareja contrajo matrimonio en Lincoln el 13 de enero de 1396. Juan de Gante solo tenía un heredero legítimo, Enrique Bolingbroke (el futuro Enrique IV) y decidió que era importante que este contara con el apoyo de sus hermanastros sin que estos se vieran lastrados por su estigma de bastardía.

La ilegitimidad de un hijo no solo le privaba de la posibilidad de heredar los títulos y propiedades de su padre, sino también de obtener un trato preferente en el supuesto de que optaran por hacer carrera dentro de la iglesia. Para solventar ambos obstáculos era preciso solicitar el reconocimiento de la legitimidad de los hijos nacidos antes del matrimonio por la ley civil y por la canónica.

Juan de Gante se dirigió tanto al papa como al Parlamento inglés para lograr que los cuatro vástagos de su unión con Katherine Swynford fueran legitimados. El reconocimiento papal le fue concedido en septiembre de 1396. Y el del Parlamento en enero de 1397, cuando una ley declaró que el rey Ricardo II, en el ejercicio de su poder y con la ratificación del Parlamento, concedía a los hijos de Juan de Gante y Katherine Swynford la consideración de descendientes legítimos de su padre a todos los efectos. Esto incluía el derecho a acceder a «todos los honores, dignidades, preeminencias, propiedades, grados y oficios públicos y privados, tanto perpetuos como temporales, nobles y feudales, por cualquier nombre por el que sean designados, ya sea ducados, principados, condados, baronías u otros».

Como hemos apuntado más arriba, en 1399 había accedido al trono el primogénito de Juan de Gante y Blanca de Lancaster, Enrique IV, hermanastro de los Beaufort. Cuando en 1397 se planteó la cuestión de su legitimidad no parecía probable que los descendentes de Juan de Gante se encontrasen en la línea de sucesión al trono (Juan era el tercer hijo de Eduardo III). Sin embargo, cuando en 1399 Enrique IV usurpó el trono, sus hermanastros (ya legitimados) sí se encontraban mucho más cerca en esa línea sucesoria.

En 1407 el mayor de los Beaufort, John, por entonces conde de Somerset, solicitó que el Parlamento confirmase la legitimidad de su familia. Su solicitud fue aprobada, pero sobre el texto original se realizó una pequeña aunque muy significativa variación. Se les reconocía el acceso a «todos los honores, dignidades, excepto la dignidad real, preeminencias…».

El historiador Nathen Amin llama la atención sobre un aspecto importante: la resolución inicial de 1397 había sido aprobada por una ley ratificada por el Parlamento. Cualquier modificación sobre su contenido debería haber seguido el mismo trámite (bien mediante su derogación y su sustitución por una nueva ley, bien mediante una norma que modificase la anterior). Sin embargo, la adición de 1407, si bien fue sancionada por Enrique IV, no pasó por el trámite de la ratificación parlamentaria.

Para el citado autor, este matiz hace que la exclusión de la línea sucesoria de los Beaufort, no fuese válidamente establecida y que, por tanto, lo que debía prevalecer era la ley de 1397 donde se les reconocía el derecho a acceder a cualquier dignidad, incluida la real. Esto supondría, según Amin, que todos los descendientes de los Beaufort sí tendrían derecho al trono inglés.

3.- Margaret Beaufort: nacimiento y primeros compromisos matrimoniales

Margaret Beaufort nació el 31 de mayo de 1443. Cuando solo tenía un año, su padre, John Beaufort, duque de Somerset, falleció en extrañas circunstancias tras una desastrosa campaña en Francia. Muchos rumores apuntaron al suicidio porque se le iban a pedir cuentas por los desmanes y errores cometidos en Francia, pero no hay pruebas irrefutables de la causa de la muerte.

Margaret no heredó el título, que pasó al hermano de su padre, Edmund Beaufort. Cuando tenía seis años se concertó su matrimonio con John de la Pole (por entonces de ocho años), pero nunca se llegó a consumar la unión. El padre de John y duque de Suffolk, William de la Pole, cayó en desgracia y fue el chivo expiatorio por la pérdida de las posesiones inglesas en Francia.

De la Pole había sido el artífice de la firma del tratado de Tours, el 22 de mayo de 1444, por el que se concertó el matrimonio de Enrique VI de Inglaterra con Margaret de Anjou. Los ingleses podían perdonar que la novia viniera sin una gran dote debajo del brazo, a pesar de ser sobrina del rey de Francia y de que su padre exhibiera los impresionantes pero vacíos títulos de rey de Nápoles y Sicilia e incluso que esgrimiera un supuesto derecho al trono de Jerusalén. Lo que los ingleses no perdonaron a De la Pole fue que cediera de un plumazo al rey francés los territorios de Anjou y Maine que tanta sangre habían derramado para conservar y desde los cuales el enemigo se sirvió como lanzadera para reconquistar Normandía y Bretaña.

De nada sirvieron las protestas del marqués de Suffolk sobre la imposibilidad de ganar una guerra que su rey no quería librar y para la que no disponía de fondos. De la Pole cayó en desgracia (acabaría siendo asesinado cuando se dirigía al exilio al que le condenó el Parlamento), el matrimonio (no consumado) de su hijo con Margaret Beaufort fue anulado y la niña quedó bajo la custodia de los hermanastros del rey, Jasper y Edmund Tudor.

Los Tudor, eran como vimos, hermanos por parte de madre del rey Enrique VI y, pese al escándalo de la corte, este los trataba con toda largueza. Por ello, cuando trató de buscar acomodo a la huérfana Margaret Beaufort, decidió casarla con su hermanastro Edmund Tudor. Al fin y al cabo, los Beaufort también eran descendientes de Eduardo III. De esa forma, los Tudor pasaban a formar parte de la rama familiar de los Lancaster.

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Enrique VI

Ya era tiempo de reforzar con sangre nueva el bando de los Lancaster. En 1453 Enrique VI pasó por un período de pérdida de sus facultades mentales (herencia de su abuelo materno Carlos VI de Francia) y la regencia del país pasó a ser ocupada por el duque de York, Ricardo Plantagenet. A finales de 1454 el rey recuperó la lucidez, volvió a colocar a Edmund Beaufort, duque de Somerset y tío de Margaret, (también un Lancaster) al frente del consejo y convocó al de York para que rindiese cuenta de sus hechos. Este se negó y se produjeron varios enfrentamientos entre los partidarios de los York (que basaban su derecho al trono al ser descendientes del segundo y cuarto hijos de Eduardo III) y los de los Lancaster (descendientes del tercer hijo de Eduardo III). Las hostilidades se habían desatado por primera vez el 22 de mayo de 1455 en St.Albans, donde el duque de Somerset falleció. Era el inicio de la guerra de las Rosas.

Mientras tanto, Margaret Beaufort y Edmund Tudor habían empezado su convivencia conyugal, a pesar de que ella solo tenía doce años. Pero Edmund tuvo que acudir en defensa de su hermanastro Enrique VI para hacer frente al partido de los York en tierras galesas y allí fue hecho prisionero por un caballero yorkista, lord William Herbert. Este trasladó a Edmund al castillo de Carmarthen, donde contrajo una enfermedad y murió en noviembre de 1456.

Con apenas trece años, Margaret quedó viuda; y además estaba embarazada. El 28 de enero de 1457 nació en el castillo de Pembroke su hijo, al que llamó Enrique. Milagrosamente para la época, a pesar de la corta edad de ella y su débil constitución física, tanto la madre como el hijo sobrevivieron. En palabras de su confesor, John Fisher, «parecía un milagro que de un personaje tan pequeño pudiera nacer alguien». Se cree que debido a los daños sufridos durante el parto Margaret quedó estéril. En todo caso, no tuvo más hijos.

Los primeros años de vida del niño los pasaron en el mismo castillo de Pembroke, residencia del hermano de Edmund Tudor, Jasper. Y desde allí retomaremos la segunda y tercera entradas de esta serie.

Imágenes| Wikimedia Commons.

Árbol genealógico elaborado por Ventura Contenidos para el libro Lo que Shakespeare no te contó de la guerra de las Rosas.

Fuentes|

Daniel Fernández de Lis. Los Plantagenet. Madrid, 2021..

Daniel Fernández de Lis. Lo que Shakespeare no te contó de la guerra de las Rosas. Madrid, Libros.com, 2020.

Dan Jones. The Hollow Crown. The Wars of the Roses and the rise of the Tudors. Londres, Faber & Faber Limited, 2015.

Plantagenets, The Kings Who Made England. Londres, Ed. William Collins,               2012.

Peter Ackroyd. A History of England. Volume I (Foundations). Londres, Ed. McMillan, 2011.

Roy Strong. The Story of Britain. Londres, Ed. Pimlico, 1998.

Simon Schama. A History of Britain. Londres, BBC Worldwide Limited, 2000.

Derek Wilson. The Plantagenets, The Kings That Made Britain. Edición ebook, Londres, Quercus Edition Ltd., 2014

Nathen Amin. The House of Beaufort. The Bastard Line that Captured the Crown. Stroud, Amberley Publishing, 2017.

Elizabeth Norton. Margaret Beaufort, Mother of the Tudor Dynasty. Stroud, Amberley Publishing, 2011.

Thomas Penn. Winter King, The Dawn of Tudor England. Londres, Penguin Books, 2012.

Alicia Carter. The women of the Wars of the Roses. Edición Ebook, Editor Alicia Carter, 2013.

2 respuestas a «El origen de la dinastía Tudor: Margaret Beaufort y un cúmulo de imprevistas circunstancias (I)»

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