El blog cumple cinco años rodeado de amigos

Un cinco de enero, en 2013, se me ocurrió la idea de iniciar un blog sobre curiosidades de la Historia que había ido conociendo por diferentes medios y que me apetecía compartir. En estos cinco años tanto la temática como el contenido de las entradas han ido evolucionando; la exigencia producida por el aumento del número de lectores de los artículos ha sido un gran acicate para profundizar en la documentación y extensión de los temas a tratar.

Uno de los aspectos más gratificantes durante estos cinco años ha sido el ir conociendo, en algunos casos personalmente y en otros virtualmente, a los autores de otros proyectos dedicados a hablar de Historia. Además, fue una muy agradable sorpresa comprobar que entre todos ellos reinaba un ambiente de cordialidad, respeto mutuo y colaboración y difusión de los contenidos del resto de páginas y blogs.

Fue ese espíritu de colaboración el que me dio la idea de cómo celebrar los cinco años de mi proyecto. Hasta ahora todas y cada una de las más de doscientas cincuenta entradas han sido escritas por mí. Se me ocurrió abrir por primera vez el blog a otras plumas (o más bien a otros teclados) y pregunté a todos estos proyectos amigos si estarían dispuestos a celebrar mis cinco años colaborando en mi blog con una breve curiosidad histórica.

La respuesta ha sido abrumadora. Todos ellos sin excepción se mostraron encantados con la iniciativa y me han enviado sus colaboraciones de manera altruista y eligiendo interesantísimos y divertidos temas que encajan perfectamente con la filosofía de curiosidades que inspiró este blog. El resultado es extraordinario.

Los amantes de la Historia en las redes reconocerán sin duda a los componentes de esta verdadera alineación de Champions de la Historia. A todos ellos, mi más sincero agradecimiento por su colaboración en el cumpleaños de mi blog. A todos vosotros, lectores, espero que disfrutéis de esta excepcional entrada y que pueda celebrar con vosotros los diez años de este proyecto. Y también quiero aprovechar esta entrada para expresar un agradecimiento muy especial a Ignacio Nuevo Yúfera, creador del logo del blog y que también me ha ayudado con la imagen que encabeza esta entrada.

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La batalla que ganaron los españoles celebrando un encierro

Era enero del año 1600 cuando los habitantes de la ciudad de Villa de la Vega (Jamaica), despertaron con nada más y nada menos que 16 navíos con pabellón inglés. Los dominios españoles disfrutaban por entonces de una relativa paz promovida por el rey Felipe III, pero no el Caribe, que asistía a continuos ataques piratas patrocinados por la Corona inglesa.
El ataque pilló por sorpresa a los habitantes de la ciudad, que apenas contaban con un cañón y algunos fusiles. Pero el gobernador y los pocos soldados que guardaban la plaza recurrieron a algo muy español: la picaresca. Cuando los ingleses desembarcaron y pidieron negociar las condiciones de la rendición, los españoles se hicieron los suecos y simularon que no entendían al interlocutor inglés. En realidad lo entendían a la perfección, pero todo era un elaborado plan para preparar las defensas.
Cansados de esperar y del burreo español, los ingleses decidieron emprender el ataque, pero fue entonces cuando se abrieron las puertas de la ciudad liberando a una manada de toros bravos que corrieron en dirección a los atacantes. Mientras los ingleses intentaban huir de las embestidas, los españoles dispararon los pocos fusiles que tenían y su único cañón. Desconcertados, a los ingleses no les quedó otra que emprender la huida en sus barcos, la pequeña localidad no era recompensa suficiente como para enfrentar un improvisado San Fermín. Desde luego el recuerdo español estará siempre grabado en Jamaica, no solo por aquel encierro, sino porque, para mal de los ingleses, aquella ciudad se llama hoy en día Spanish Town.

Ruiz de Burgos Moreno, Eduardo (2012): La difícil herencia: las batallas de Felipe III en defensa del legado paterno (1599-1608), ed. Edaf.
Ruiz Gil, Helena, y Morales Padrón, Francisco (2017): Piratería en el Caribe, ed. Renacimiento.

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La melodía de Amenofis III o el llanto de Memnon

Seguro que muchos de los lectores de Curiosidades de la Historia conocéis la estampa de David Roberts (1838) en la que podemos ver los dos grandes colosos de Memnon de espaldas y con su base sumida bajo las aguas del Nilo en su crecida, ¿sabéis que aquellas estatuas, ubicadas en Tebas, eran capaces de cantar hace siglos? En concreto el coloso sur.
El origen del canto lo tenemos en el año 27 a.C, la razón fue, según escribe Estrabón, un terremoto que desquebraja parte de la estatua norte. A partir de ese momento los viajeros grecorromanos podían escuchar un sonido, con las primeras luces del alba, que atribuían al llanto de Memnon, un soldado muerto por Aquiles en la Guerra de Troya. Este lloro iba dirigido a la madre del fallecido, Eos, diosa del amanecer. La razón de aquel sonido no era otra que el cambio de temperatura y humedad que se producía al alzarse el sol. Los lamentos cesaron en el 199 d.C, cuando Séptimo Severo decide rellenar las grietas del coloso con el ánimo de restaurarlo.

Colosos de MemnonImagen adjunta: Los colosos de Memnon desde el sudeste por David Roberts en 1838.

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El presidente Coolidge y el gallo que se apareaba cuarenta veces al día

En los años 30, el entonces Presidente de Estados Unidos, Calvin Coolidge y su esposa, fueron invitados a visitar una granja experimental del gobierno. La pareja hizo la visita por separado. En un momento dado, la Sra. Coolidge entró en un gallinero con decenas de gallinas y muchos pollitos, pero sólo vo un gallo, por lo que preguntó a respecto. El granjero le explicó que era un gallo premiado, capaz de aparearse 35-40 veces al día. Sorprendida, la Sra Coolidge comentó: «Aseguraos de que el Presidente se entera de este dato.» Cuando el Presidente Coolidge llegó al mismo gallinero, el granjero cumplió con la petición de la Sra. ¿35-40 veces al día? Preguntó Coolidge – ¿con la misma gallina? Oh no Sr. Presidente, respondió su interlocutor- se aparea con todas las gallinas. Ah!, dijo el mandatario,- aseguraos de que la Sra. Coolidge se entera de ese dato…

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El primer anuncio de cerveza

La cerveza sigue siendo a día de hoy una de las bebidas más consumidas. Ya en la Antigüedad, las primeras civilizaciones nacieron saciando su sed con este producto tan apreciado que, a pesar de que ha visto su evolución, continúa surgiendo como resultado de un proceso muy similar al de entonces. Encontramos indicios claros de la elaboración de la cerveza plasmados en barro. Un ejemplo de ello es la denominada Piedra Azul, de la cultura sumeria, una tabla de arcilla datada en torno al 1800 a. de C. que detalla el procedimiento de preparación y fermentación del exquisito elixir. Pero sin duda la birra ya hacía tiempo que se conocía. Y cuando se elabora un producto y se ofrece al consumidor, surge la necesidad de publicitarlo. Por eso, aunque resulte curioso, no debe sorprender el hecho de que en la Mesopotamia de hace seis mil años ya se anunciara la cerveza. Una placa de barro encontrada en la actual Siria muestra a una mujer con dos jarrones invitando al consumo de esta bebida. Allí, en la tierra de la fertilidad, donde nació la civilización, un grupo de amigos recorría las arenosas calles entre los primeros templos engañándose unos a otros, con plena consciencia, al prometerse que aquella sí, aquella sería la última, y para casa.

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La conquista de Gibraltar por las tropas de un aspirante al trono español

Inglaterra tenía planes para conquistar Gibraltar, al menos, desde 1625, y en 1656 ya hubo una intentona por parte de una flota enviada por Cromwell. Para encontrar los primeros planes conocidos para la conquista de Gibraltar por parte de Inglaterra debemos retroceder hasta 1625. Por tanto, a pesar de lo que aquí vamos a contar, debemos pensar en la toma de Gibraltar como un evento no circunstancial, ya que los ingleses tenían bastante interés por esto.
Sin embargo, es poco recordado que la toma de Gibraltar fue uno de los eventos bélicos que se desarrollaron durante la Guerra de Sucesión Española, en la que se enfrentaron dos candidatos, Felipe de Anjou (futuro Felipe V) de la casa Borbón y Carlos de Habsburgo, de la casa Austria. Ambos se enfrentaron en una contienda dinástica de gran magnitud y que movió los intereses de toda Europa.
Una vez comenzó esta guerra, una flota formada por ingleses y holandeses —partidarios del candidato Austria para restar poder a los Borbones— tomó Gibraltar en nombre de Carlos de Habsburgo. El mando de la flota lo llevaba George Rooke, que conocía la debilidad (sorprendente, debido al carácter estratégico del peñón) de las defensas de Gibraltar. El príncipe Jorge de Hesse Darmstadt estaba en la flota victoriosa, y demandó la lealtad de Gibraltar a la causa austracista. El gobernador militar de Gibraltar lo rechazó, y alegó que mantendría su fidelidad al rey Felipe V.
El peñón, defendido por apenas ochenta soldados —había más artillería que hombres que pudieran utilizarlas—, capituló ante la ofensiva que tomó la ciudad en nombre de un candidato al trono español. El corregidor de Gibraltar envió una carta al rey informando de que abandonaban la plaza por lealtad a su corona. De este modo, y tras el famoso tratado de Utrecht de 1713, Gibraltar pasó a estar bajo dominio inglés, a pesar de haber sido vencido en una guerra dinástica por el trono español.

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¿Por qué el año termina el 31 de diciembre?

¿Alguna vez os habéis preguntado por qué el año comienza el 1 de enero? La respuesta está en una ciudad celtíbera llamada Segeda. Este oppidum se encuentra entre las localidades de Mara y Belmonte de Gracián, en la provincia de Zaragoza. Los habitantes de esta ciudad, rompiendo lo acordado con Roma, decidieron ampliar sus murallas en el año 154 a. C. Roma, por entonces una república en plena expansión, decidió contraatacar con todo su poderío bélico para hacerse con el control pleno de la Celtiberia.

Roma tuvo que adelantar la elección de cónsules y, por lo tanto el inicio del año, al 1 de enero, pues si aguardaban a los idus de marzo (día 15) como era habitual, las tropas romanas se enfrentarían no sólo al ejército celtíbero, también al crudo invierno. Así enero pasó a ser el primer mes del año romano, aunque los meses de septiembre, octubre, noviembre y diciembre conservaron su nombre original que hacía referencia a su posición original en el calendario (7º, 8º, 9º y 10º).

Es pues, por esta pequeña ciudad zaragozana que desde Times Square en Nueva York hasta la Puerta del Sol en Madrid, miles y miles de personas dan la bienvenida a un nuevo año el día 1 de enero.

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Virgilio salvó su patrimonio gracias al entierro de una mosca

El grandioso funeral se celebró en los terrenos de Virgilio, en la colina de Esquilino de Roma. Y es que a una mosca no se la entierra todos los días, así que el gran poeta, autor de La Eneida, no reparó en gastos. Ochocientos mil sestercios costaron los responsos de aquel insecto que pasó a la historia.

Asistió lo más granado de la sociedad romana de la época. Cayo Mecenas pronunció un discurso largo y conmovedor al díptero que les había dejado e incluso Virgilio recitó algunos de sus más hermosos versos. Se erigió un pequeño mausoleo y los restos de la mosca fueron depositados entre lamentos y lloros, había que estar en consonancia con el acto. Pero el motivo del funeral no fue una excentricidad. Habiendo derrotado a los asesinos de Julio César en la batalla de Filipos, el Segundo Triunvirato estaba en ese momento decidido a confiscar las haciendas de los ricos y dividirlas entre los veteranos de guerra que regresaban del campo de batalla. Sólo había una excepción: si la finca tenía una tumba, no podía ser tocada. Enterrando su mosca, Virgilio salvó su casa.

Durante su vida, Publio Virgilio Maro fue considerado como el mayor poeta que el Imperio romano había dado. Con La Eneida, su imaginación épica de la fundación de Roma, Virgilio pasó de ser célebre poeta a héroe nacional. Como Roma se consideraba el ideal de la grandeza humana, nuestro protagonista se convirtió en la encarnación de este espíritu esencial.

0A6A98A4-B6EF-409C-AAF3-09DDE6E16A34Las Hojas del Bosque (@Hojasdelbosque)

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La protección del bosque en la Edad Media

Cuando hablamos de bosque en la Edad Media, se suele pensar erróneamente en una extensa e inagotable masa de árboles. Y decimos errónea porque en muchas zonas de Europa las áreas forestales redujeron drásticamente su extensión como consecuencia de la tala masiva para la creación de campos de cultivo, los incendios y la sobreexplotación, entre otras.

Y es que la adhesión de tierras para roturar se hacía en ocasiones sin control, o bien talando o provocando un fuego que se iba de las manos y acababa destruyendo más de lo que se pretendía. Como parece lógico pensar, estas prácticas se convirtieron en un problema para la convivencia entre los diversos núcleos poblacionales que compartían la explotación del monte, así como para las autoridades, que comenzaron a promulgar leyes y amonestaciones para controlar estas malas praxis. De ello son buen ejemplo las siguientes citas:

  1. Contestación de Pedro I a las peticiones generales que le fueron expuestas en las Cortes en Valladolid en el año 1351.

E qualquier que cortase o desarraigase o quemare pinos en los pinares, o enzinas en los enzinares de los conceios… para fazer sembradas quel maten por ello…

  1. Petición 64 de las Cortes de 1351. Ley promulgada por Alfonso X y reglada por Pedro I.

Manda el rey que no pongan fuego para quemar los montes: e al que lo fallare faziendo, quel echen dentro, e si non pudieren aver quel tomen lo que oviere

Siendo el bosque una de las principales “despensas” de la Edad Media, los términos para establecer los límites de su jurisdicción, explotación y disfrute provocaron numerosos conflictos entre las poblaciones rurales y las autoridades.

 

David Rodríguez Cordón (@muyhistoria)

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«Rommel», el perro del mariscal Montgomery

Al Mariscal de Campo Montgomery le regalaron tras el desembarco de Normandía un perro de raza cocker spaniel inglés, al que puso de nombre… ¡’Rommel’! Desgraciadamente, en diciembre de ese mismo año moría tras ser atropellado por un camión. Monty residió varios meses en una villa (‘Villa Magda’) de Zonhoven, localidad de la provincia de Limburgo en Bélgica, y se dice que allí fue enterrada su desafortunada mascota. De hecho, eso dice una placa a la entrada de la vivienda.

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7B8645C0-9BDB-4C0D-8D09-8FD7EFF91563Las Plumas de Simurgh (@PlumasdeSimurgh)

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La mayor obra de la literatura persa medieval se quedó sin cobrar

 Aproximadamente en 1010 se escribió en Persia un libro con el título de Shah-nameh el “Libro de los Reyes”, cuyo autor fue Abu’l Qasem Ferdowsi. Esta obra es importante por varias razones; la primera, se trata de la obra individual más larga de toda la historia de la literatura, con 60,000 versos. También es fundamental por relatar de forma mítica e histórica el pasado de Irán, desde la creación del primer hombre hasta la llegada de los árabes en el siglo VIII. La curiosidad histórica en este caso es que el autor, Ferdowsi, se quedó sin cobrar una obra de tal magnitud. Nunca recibió el dinero prometido.

Ferdowsi estaba trabajando a las órdenes del sultán Mahmud de Ghazna, una ciudad muy cercana a la frontera con India, y aunque tenemos muchas fuentes contradictorias con respecto a la biografía el autor, todas coinciden en que la relación entre el sultán y él no era especialmente buena. En un principio, Mahmud le había prometido una moneda de oro por cada verso del Shah-nameh, pero al final la cambió por una de plata. Ferdowsi se enfadó muchísimo y, como muestra de desprecio, repartió el pago entre el empleado de unos baños públicos y un vendedor de bebida ambulante en señal de burla hacia el sultán. También aprovechó para reírse de él en unos versos que escribió, y a Mahmud no le hizo ninguna gracia. En aquel momento, Ferdowsi ya estaba muy mayor. No sabemos exactamente qué hizo cambiar de opinión al sultán, pero el caso es que, finalmente, se arrepintió y envió las 60,000 monedas de oro a la ciudad del poeta. La leyenda cuenta que, mientras la caravana de Ghazna estaba entrando por una puerta de la ciudad, otra comitiva estaba sacando el cadáver de Ferdowsi por otra, porque el poeta había muerto.

Laura Castro, Las plumas de Simurgh

B01E7B74-36FC-4908-9978-AA0F2A4559EEEl Reto Histórico (@RetoHistorico)

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De cómo unas chocolatinas salvaron a los Marines Americanos

Durante la Guerra de Corea, en noviembre de 1950, unos 10.000 marines norteamericanos desembarcaron en Inchon para efectuar la operación definitiva que —en teoría— pondría el punto y final a aquella guerra.

Lograron sorprender al ejército norcoreano arrinconándolos, con ayuda de comandos ingleses y tropas surcoreanas, en el Embalse de Chosin. Pero la suerte no estaba del lado del tío Sam aquel día, pues la China comunista había decidido apoyar a Corea del Norte y cuando se dieron cuenta estaban rodeados por 80.000 soldados chinos.

Por si fuera poco, llegó a la zona un frente siberiano tras semanas disfrutando de un clima casi primaveral. Las temperaturas mínimas cayeron hasta los – 37ºC causando la congelación de alimentos y medicinas, provocando también averías graves en las mayoría del armamento que terminaba encasquillándose. 

La divina providencia quiso que los morteros fueran una de las pocas armas que aguantaron la bajada de temperaturas —concretamente el Mortero Ligero de 60mm—; pero, como era de esperar, la munición se agotó con mayor velocidad de la esperada.

Se pidió entonces un aprovisionamiento urgente de munición, utilizando para eso el nombre en clave de «Tootsie Rolls». La munición de mortero recibió ese nombre de los propios marines, nombre que derivaba de unas conocidas chocolatinas muy parecidas a los proyectiles.

Lo que pasó fue que el receptor del mensaje no debía conocer aquel «nombre en clave», que según dicen era utilizado solamente por los marines, y lo que lanzaron en el aprovisionamiento desde el aire fue… Una lluvia de chocolatinas.

¿Un desastre? Pues no… puesto que dado el gran valor energético de este dulce, los sitiados pudieron mantenerse en pie hasta que pasó la ola de frío (unos 16 días), pasada la cual pudieron romper el cerco del Ejército Chino y retirarse hasta el puerto de Hungnam desde donde fueron evacuados, aunque no sin pocas bajas.

No siempre que uno se equivoca, la acaba liando parda.

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EL ENIGMA OCULTO EN UNA DE LAS JOYAS CARTOGRÁFICAS DE LA EDAD MEDIA
Hoy traigo a los lectores de esta página una curiosa historia tan desconocida como misteriosa. En el último tercio del siglo XIV el mundo hasta entonces conocido fue definido por el importante cartógrafo mallorquín de origen judío Cresques Abraham y su hijo Jafudà Cresques en su espléndido Atles Català. Este completo documento cartográfico está repleto de referencias y detalles interesantes, aunque siempre llamó la atención la representación de un marinero llamado Jacme (o Jaume) Ferrer que, según la obra, había conseguido recorrer las costas africanas en torno al año 1346.
Se pensó durante siglos que este detalle no tenía ningún tipo de relevancia y que esa figura, difuminada por el tiempo, era cosecha del imaginario de los cartógrafos. Recientes hallazgos han permitido saber que, además de las evidencias arqueológicas que aceptan la presencia de marineros y misioneros mallorquines en el archipiélago canario un siglo antes de la conquista castellana, es muy posible que Jaume Ferrer fuera en realidad Giacomino Ferrar, un marinero mallorquín de origen genovés que se embarcó en numerosas empresas por el Mediterráneo y el norte de Europa antes de emprender su última aventura. No se tiene conocimiento de su existencia más allá de vagas referencias, pero si tomamos por cierta la alusión sobre su viaje (cuya fuente parece ser el cartógrafo mallorquín de origen genovés Angelino Dulcert) estaríamos ante el primer navegante que, buscando una ruta que lo llevara hasta la desembocadura del Río Senegal, llegó accidentalmente a las costas de las Islas Canarias hasta arribar, décadas antes de que lo hicieran los portugueses, al Cabo Bojador y al Río de Oro.

Fuente principal: Moragues, Gabriel Llompart. «La identitat de Jaume Ferrer el navegant (1346).» Memòries de la Reial Acadèmia Mallorquina d’Estudis Genealògics, Heràldics i Històrics 10 (2000): 7-20.

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https://blogs.20minutos.es/xx-siglos/

Un español en los 55 días en Pekín

Aunque los españoles no nos sentimos muy relacionados con el levantamiento bóxer ocurrido en China en el verano de 1900, la verdad es que nuestro país sí tuvo un papel importante. Al menos un español. En la famosa película que popularizó aquel evento, 55 días en Pekín, aparecía la bandera y un embajador español (en una escena y con un frase) que muchos entendieron como un guiño a que el filme se rodó en en Madrid. Es cierto que la Corona no tenía presencia militar en Asia y mucho menos en Pekín (acababa de perder Filipinas) y que tampoco aportó tropas al contingente internacional que liberaría a los extranjeros sitiados en la capital del Imperio Celeste. Sin embargo, un diplomático canario, Bernardo Cólogan, ministro de España en China, vivió todas las fases del conflicto en primera persona y participó: era el diplomático más veterano en la ciudad y, según podemos leer en testimonios de varios extranjeros residentes allí, su opinión era muy valorada por la comunidad; vivió en primera persona todo el asedio al Barrio Diplomático (hasta le dió tiempo a componer un valls) y fue clave, y el primer embajador en firmar, el acuerdo que puso fin al conficto, el acuerdo de Xinchou. Para vivir el solo todos aquellos eventos, no fue papel pequeño. Su historia, que descubrí gracias a la película, es una de mis anécdotas favoritas. No en vano, me llevó a escribir una novela ambientada en aquella rebelión. (nota del autor de Curiosidades de la Historia: novelón que os recomiendo).

ImageYa está el listo que todo lo sabe (@yelqtls)

https://blogs.20minutos.es/yaestaellistoquetodolosabe/

Cuando en la Inglaterra del siglo XVI tan solo se permitía jugar a los bolos el día de Navidad

 

Se desconoce el origen exacto del juego de los bolos, pero existen múltiples evidencias de que fue un juego practicado en la antigüedad tanto en Egipto como en la Grecia Clásica o la Roma imperial, alcanzando una gran popularidad en todas las esferas de la sociedad que incluso durante la Edad Media se tuvo que legislar y restringir su práctica.  Los gobernantes de la época se dieron cuenta que los varones adultos pasaban largas horas jugando y apostando a los bolos en lugar de atender sus obligaciones diarias, por lo que en la Inglaterra de Eduardo III se decidió prohibir totalmente la práctica de los bolos a partir del año 1361, con el fin de que los ciudadanos varones se centraran en practicar el tiro al arco y otras habilidades más necesarias para las continuas guerras en las que el país se embarcaba.

Pero a pesar de la prohibición, los bolos se siguieron jugando de forma clandestina a lo largo de las siguientes décadas y siglos y, sobre todo, por personas de clase alta, quienes mandaban construir boleras en los patios o jardines de sus palacios. Uno de ellos fue Enrique VIII quien en su residencia del Palacio de Whitehall disfrutaba de la práctica de los bolos. En el año 1541 este rey decidió ser algo indulgente con el pueblo y firmó una ley en la que permitía  jugar a los bolos a los obreros, aprendices o sirvientes (de modo excepcional) tan solo en casa de sus amos –y con la presencia de éstos- únicamente el día de Navidad. En los siguientes siglos siguió legislándose alrededor de los bolos (por ejemplo, en 1618 el rey Jacobo I firmó la Declaración de Deportes que permitía jugar algunos días concretos a los bolos pero no en domingo). Fue a raíz de  popularizase en los Estados Unidos en el siglo XIX cuando las prohibiciones alrededor de los bolos quedaron en el olvido.

 Fuentes de consulta: Encyclopaedia Britannica / All About Bowls de J. Perris / northlondonbowlingclub / mentalfloss

C3C4E3AF-BAFB-49A3-8BF2-A253C76C3632Qué fue de… el blog de los deportistas olvidados.(@educasado).

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Las botas y el balón más antiguos del mundo

Hay referencias sobre formas primigenias del fútbol tan antiguas como las grandes civilizaciones, pero no es hasta finales de la Edad Media y principios de la Edad Moderna cuando encontramos material más concreto. Mi querido Daniel me presta un hueco en su blog y lo aprovecharé para hablar de las primeras referencias de dos de los elementos más comunes de la práctica del fútbol: las botas y el balón.

En primer lugar, la primera referencia explícita a unas botas de fútbol la encontró en 2004 la doctora Maria Hayward, del Centro de Conservación Textil de la Escuela de Arte de Winchester. Hayward halló la lista del Gran Guardarropa de nada menos que el rey Enrique VIII de Inglaterra, con fecha de 1526. Entre cientos de prendas, en esa lista están recogidas las botas de fútbol del rey. Se sabe que le costaron 4 chelines y que las fabricó en cuero un artesano llamado Cornelius Johnson. Por desgracia, no se conservan y se conocen pocos detalles de ellas, pero sí que cubrían el tobillo y eran resistentes y pesadas, debido a la dureza del juego de aquella época.

Y casi coetáneo a las botas es el primer balón de fútbol conocido de la historia, que por fortuna sí se conserva. Data de 1540 y fue encontrado en 1999 en el castillo escocés de Stirling. Se trata de una vejiga de cerdo recubierta de cuero, de un tamaño de más o menos la mitad que un balón actual. Fue hallado tras las vigas del dormitorio de la reina María Estuardo, curiosamente sobrina-nieta de Enrique VIII. Sobre su presencia en ese lugar se cree que bien fue accidental, o que fue la propia reina escocesa la que lo guardó ahí. Se conserva en el Stirling Smith Gallery and Museum.

Historias de la Historia (@jsanz)

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Los Titanic de la Antigüedad

Esto nos cuenta Suetonio en su obra “Vidas de los doce césares”…

Hizo construir naves liburnesas de diez filas de remos, con velas de diferentes colores y con la popa guarnecida con piedras preciosas. Encerraban estas naves, baños, galerías y comedores, gran variedad de vides y árboles frutales. […] Para la edificación de sus palacios y casas de campo, no tenía en cuenta ninguna de las reglas, y nada ambicionaba tanto como ejecutar lo que se consideraba irrealizable; construía diques en mar profundo y agitado; hacía dividir las rocas más duras; elevaba llanuras a la altura de las montañas y rebajaba los montes a nivel de los llanos; hacía todo esto con increíble rapidez, y castigando la lentitud con pena de muerte. Para decirlo de una vez, en menos de un año disipó los inmensos tesoros de Tiberio César…

Si a este cóctel megalómano le añadimos un buen chorro de crueldad y lo servimos con depravación tenemos el protagonista de esta historia, el emperador Gaius Julius Caesar Augustus Germanicus. Más conocido por Calígula, el diminutivo de cáliga o sandalia, este emperador fue uno de los próceres más excéntricos que tuvo la Urbe a lo largo de toda su historia. Lógicamente, era de los que pensaba que el tamaño importa y no escatimaba recursos para hacerlo realidad. Buena prueba  de ello fueron los dos palacios flotantes que ordenó construir, los Titanic de la Antigüedad.

Construidos para

dejar claro a toda la humanidad que Roma, con Calígula al frente, era la más alta, la más guapa, la más avanzada… y la más poderosa. Dos megaestructuras navales construidas con madera de cedro de unos 70 metros de eslora y 20 de manga, con todo lujo de detalles: esculturas de bronce, ornamentos de oro y marfil, columnas de mármol, agua corriente y calefacción, pavimentos con mosaicos de vidrio, velamen de seda, jardines exóticos, termas… e incluso flotaban en el agua, aunque nunca se probaron en el mar. Y digo que nunca se probaron en el mar porque siempre estuvieron fondeados en el lago de Nemi, un lago volcánico al sur de Roma. Uno de ellos hacía las veces de templo en honor a la diosa Diana, protectora de la naturaleza y diosa de la caza. El otro, cual yate de un jeque del petróleo amarrado en Puerto Banús, era un palacio flotante donde Calígula celebraba sus peligrosas bacanales -igual te separaban la cabeza de los hombros que te ponían mirando a Cuenca-. Tras su asesinato, en el año 41 a manos de su guardia pretoriana, las naves se hundieron. Eso sí, no sabemos si fueron los  romanos los que quisieron borrar de su memoria aquellos símbolos de excesos y depravación o fue la diosa Diana, vía volcán o terremoto, la que hizo que la naturaleza los engullese. A pesar de todo, y durante siglos, el lago fue escupiendo restos que recogían los pescadores y que sirvieron para mantener presente la leyenda de los palacios flotantes. Desde 1446, cuando  el cardenal Próspero Colonna y el arquitecto León Battista Alberti, todos los intentos por recuperar los pecios fallaron… hasta que llegó un dictador con ínfulas de emperador, Benito Mussolini. A finales de los años 20, Mussolini ordenó drenar el algo para recuperar dos símbolos del poderío de su añorado Imperio romano. A comienzos de los 30, tras varios años de arduo trabajo, se recuperaron ambos barcos y fueron expuestos en un museo construido a orillas de lago. Algo más de diez años estuvieron los palacios flotantes en dique seco para ser contemplados y estudiados, porque un incendio los destruyó durante la Segunda Guerra Mundial. ¿Bombardeo de los aliados o acto voluntario de los alemanes? Vete tú a saber…

 

 

2 respuestas a «El blog cumple cinco años rodeado de amigos»

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