El certamen de novela histórica de Úbeda nunca defrauda

Entre los días 5 y 10 de octubre se ha desarrollado la XI Edición del Certamen Internacional de Novela Histórica Ciudad de Úbeda. Un evento que se va consolidando año tras año entre los más importantes acontecimientos literarios de nuestro país. Si todos los autores invitados al certamen terminan su experiencia manifestando su deseo de volver a Úbeda por algo será y en las siguientes líneas trataré de explicar por qué creo yo que es así, antes de acometer el resumen de lo acontecido en esta brillante edición.

Asistí por primera vez al certamen en el año 2019 y mi intención era hacerlo como público. Se lo comenté a Pablo Lozano, director del evento, al que había conocido en la primera edición de La Marcha de los Tres Reyes del Museo de la batalla de las Navas de Tolosa, y tuvo la gentileza de incluirme entre los medios acreditados al certamen. Eso hizo que mi experiencia en el evento fuese completamente diferente.

Pertenezco a una generación que creció sin redes sociales y que solo tenía contacto con sus escritores favoritos cuando acudía anualmente a la feria del libro de su ciudad y lograba intercambiar algunas palabras con ellos mientras le firmaban sus libros. Los escritores me parecían personajes inalcanzables y mitificados, cada uno en su atalaya y a quienes se admiraba desde la distancia.

Al llegar por primera vez a Úbeda me encontré con un grupo de escritores, a muchos de los cuales efectivamente admiraba desde la distancia, que compartían mesa y mantel entre presentación y presentación con periodistas y blogueros en un ambiente de camaradería entre ellos y con los medios acreditados. Eso hizo que mi percepción sobre los autores a los que conocí se hiciera más realista, pero también (y con mayor conocimiento de causa) más positiva.

Salí de allí con un grupo de buenos amigos escritores con los que he mantenido el contacto, no solo por redes, sino también en persona cuando he viajado a sus ciudades o ellos se han desplazado a Madrid. La misma experiencia se ha repetido el resto de años, incluido este. Aunque al principio cuesta romper el hielo con los nuevos escritores a los que no se conoce, después de tres intensos días de compartir presentaciones, charlas, comidas y cenas al llegar el domingo te terminas despidiendo de un nuevo grupo de amigos. Aun a sabiendas de que mi lista de lecturas pendientes (ya larga de por sí) aumenta exponencialmente tras cada edición, es una enorme satisfacción volver a casa con los ejemplares de los libros presentados cada año debidamente firmados por sus autores.

Compras en las ediciones de 2021 y 2022.

Por lo que he hablado con los escritores asistentes al certamen, el ambiente que se encuentran en Úbeda, el poder hablar con sus compañeros de lo divino y de lo humano, el asistir unos a las presentaciones de otros y el compartir con ellos y con periodistas y blogueros un refresco o un vino en las cenas del hotel Álvar Fáñez o del Palacio de Úbeda o unas copas en La Beltraneja crea un ambiente que no es fácil encontrar en otros eventos o en ferias del libro.

Autores, periodistas y blogueros intercambian impresiones y teléfonos al finalizar el certamen

Y qué decir de los que se animan a ponerse en la piel de una sufragista, de un soldado inglés o francés o de las tribús zulúes a los que se representa en las recreaciones históricas, otra de las señas de identidad de Úbeda. Autores como José Ángel Mañas, Alan Pitronello, Valentín Trujillo, Dativo Donate, Juan Francisco Ferrándiz y Víctor Fernández Correas han acompañado a recreadores, a periodistas y blogueros en algunos de los actos que más público atraen en el certamen.

Soldados británicos y sufragistas (edición 2021) y soldados franceses (edición 2022)

Fui informando con detalle de cada una de las presentaciones a las que asistí este año (autor, libro y sinopsis del mismo) en las redes sociales (se puede recuperar esa información en este hilo de tuits), pero en este resumen me gustaría dedicar unas palabras más personales a cada autor para compartir mis sensaciones sobre cada presentación. En algunos casos no podrá ser porque los traslados de sede y la presencia en las recreaciones hizo imposible asistir a la totalidad de los actos.

El jueves por la tarde tuvieron lugar las presentaciones de El fin de los días, de Marcos López Herrador y El fuerte de la Florida, de Santiago Mazarro. De la primera me quedó con la emotividad de la vuelta a casa de un ubetense que se fue de su ciudad a una temprana edad y con su reflexión sobre lo impagable que es disponer de tiempo en la vida («soy rico porque dispongo de mi tiempo a voluntad»). De la segunda destaco la pasión con la que Santi hablaba de su obra y de lo evidente que resulta lo mucho que disfruta escribiendo sus libros.

La tarde del viernes estaba programada una intensa sesión con cinco presentaciones: Alan Pitronello, Nieves Muñoz, Santiago Posteguillo, José Luis Corral y Juan Francisco Ferrándiz, que recibía el premio Cerros de Úbeda a la mejor novela publicada en 2021 por El juicio del agua.

De la presentación de Alan (Vientos de conquista) destaco su naturalidad y sencillez y su claridad de ideas a la hora de hablar de la conquista de América y la Leyenda Negra. Nieves Muñoz (Las damas de la telaraña) proporcionó junto a su editora de Edhasa, Penélope Acero, uno de los momentos más divertidos del certamen en una presentación llena de risas y complicidad (no exenta de algún momento emocionante relacionado con la profesión de Nieves como enfermera) aderezado con la presencia de los pelochos que auguro que será una historia de las que pasan a la antología de anécdotas del certamen. El final de la presentación de Nieves coincidió con el inicio de la de Santiago Posteguillo (Roma soy yo). Eso hizo que cuando llegué al hotel Palacio de Úbeda su amplio auditorio se encontrara completo y que no pudiese casi escuchar su presentación, aunque el lleno en la sala y las colas para la firma de Santiago hablan por sí solas del tirón de este autor. A continuación intervino José Luis Corral (Matar al rey). Una intervención que comienza con la frase «la batalla de Covadonga no existió» no puede decepcionar y no hay que olvidar que Corral es catedrático de Historia y disertó de forma amena sobre la Castilla de Alfonso XI. Para concluir se produjo la entrega del premio Cerros de Úbeda a Juan Antonio Ferrándiz. De su intervención destaco la historia de cómo el Derecho Romano se recuperó en el siglo XII y los motivos y consecuencias de esta circunstancia.

La mañana del sábado comenzó con la presentación de Paloma Orozco (La hija del loto), acompañada de una impresionante pareja de recreadores caracterizados como japoneses, una charla en la que lo que más me llamó la atención fue cómo su novela iba tomando forma a medida que la iba escribiendo. A continuación, Mario Escobar (La casa de los niños) nos deleitó con su capacidad creativa y nos emocionó con el relato de los héroes que arriesgaron su vida por salvar a unos niños judíos en la Ámsterdam de 1942. Lamentablemente, las firmas y recreaciones hicieron que no pudiera asistir a buena parte de la presentación de Isabel Stilwell (Dos hermanas para un rey).

El último acto de la mañana del sábado supuso el momento cumbre del fin de semana, con la entrega del premio del certamen a la novela elegida por el jurado como ganadora: Cova Dónnica de Yeyo Balbás. De la rueda de prensa posterior a la entrega del premio al ganador me quedo con su educativa disertación sobre los primeros tiempos de la invasión árabe y la resistencia norteña y con su explicación de por qué elegir a Fruela Pérez como protagonista de sus novelas El reino imposible y Cova Dónnica, en vez de a los reyes Rodrigo y Pelayo. Según Balbás, poner el foco en un personaje importante pero no el protagonista principal le permitió jugar más con los elementos de ficción imprescindibles en las novelas.

La tarde del sábado comenzó con uno de los momentos más esperados para mí, la mesa de editores con Penélope Acero (Edhasa) y Carlos Alonso (Pamiés), representando a dos de las editoriales que más hacen por la difusión de la historia y la novela histórica en España. Fue una lástima que por motivos personales no pudiera asistir Claudia Casanova, de Ático de los Libros, mi tercera editorial de cabecera. De la interesantísima charla sobre la situación editorial en España y sobre el día a día en sus respectivas firmas, me quedo con sus consejos sobre lo que debe hacer y, sobre todo, lo que no debe hacer el aspirante a escritor que desea ver su manuscrito publicado. Siguió la presentación de David B. Gil (Forjada en la tormenta) que me resultó tremendamente interesante por su exhaustivo conocimiento de una historia, la japonesa, que me resulta completamente desconocida (mi único acercamiento fue la serie de TV Shogun), hace muchos años. Tras David, subió al estrado María Reig (Los mil nombres de la libertad) de quien siempre me encanta escuchar cómo un proceso de crowdfunding le permitió publicar su primera novela Papel y Tinta y cómo eso fue el pistoletazo de salida para una carrera en la que ya va por su tercera criatura. Como la propia María explicaba, le resulta complicado elegir como favorita una de ellas entre todas.

No pude asistir a las dos últimas presentaciones de la tarde, la de Viviana Rivero (El alma de las flores) y Mario Villén (Ilión) porque las mismas coincidieron con la preparación y desarrollo de la recreación del levantamiento de Riego, en la que tomé parte al igual que el año pasado lo había hecho en la de la de la guerra británica en Sudán. Me dolió especialmente perderme la de Mario, buen amigo a quien tenía muchas ganas de escuchar.

La mañana del domingo comenzó con una más que interesante presentación del autor Dativo Donate (La isla de Caravaggio) coronada con la deliciosa lectura de un párrafo de su novela. Tras él subió al escenario Olalla García (La buena esposa) a la que tuve el placer de acompañar para presentar la extraordinaria historia de Francisca de Pedraza, una mujer que contra todo y contra todos consiguió que se le concediera el divorcio de su esposo en la España del siglo XVII. Olalla destacó que su intención era rendir homenaje y sacar del anonimato a una mujer que nunca desfalleció ni dejó de creer en que tenía razón y que la justicia terminaría por dársela. Finalizó la mañana con la presentación de Víctor Fernández Correas (Mühlberg) quien nos describió de manera muy gráfica (hasta luciendo un morrión) el relato de esta histórica victoria de los Tercios, salpicando su presentación con grandes dosis de humor.

El último acto del domingo fue la entrega del premio Ivanhoe, que reconoce toda la trayectoria de un autor, a Paloma Sánchez Garnica. Paloma, que sucede en el palmarés a autores como Simon Scarrow y Gisbert Haefs, ha publicado recientemente su novela Últimos días en Berlín.

No pude asistir a la presentación del lunes de Espido Freire, por lo que nada puedo comentar sobre la misma.

Antes de terminar esta crónica, quiero mostrar mi agradecimiento a los miembros de la organización del certamen, Pablo, Pedro Pablo, Jesús, Begoña y Rocío. Por su amabilidad, por su diligencia, por volcarse en cuidar hasta el último detalle y en preocuparse en que todo esté perfecto y por ponernos fácil la tarea a los que asistimos al certamen. Son los grandes responsables de que todo aquel que asiste un año a Úbeda esté deseando desde que se marcha regresar al año siguiente.

Y me resta una última cuestión a tratar, que podíamos denominar «el efecto Zoilo«,. Es algo que el propio José Zoilo Hernández, que este año no pudo formar parte del certamen por un muy buen motivo (tenía que asistir a las jornadas de novela histórica de Cartagena para recoger un premio por su novela Lordemano) ha recordado varias veces en estos días. Cuando asistí por primera vez al certamen, se entregó el premio Cerros de Úbeda a Iñaki Biggi. Al final del acto le pedí a Iñaki que se hiciera una foto conmigo, con Sebastián Roa (que había ganado el mismo premio años antes) y con José Zoilo. Cuando poco después Zoilo fue galardonado también con el premio Cerros de Úbeda empezó a correr la especie de que esa foto era una garantía para que un escritor ganara un premio. Se ha producido algún caso más y estos días Zoilo ha vuelto a recordar el asunto. Así que los candidatos a ganar un premio en los próximos meses son Alan Pitronello, Mario Villén, Nieves Muñoz, Olalla García, David B. Gil, David Gómez y Yeyo Balbás. 😀

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